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fruto de la fusión de una cianobacteria y un protozoo,
dando como resultado el primer ser vivo eucariota y fotosintético.
En ese momento la vida en la superficie resultaba totalmente inviable, la
cantidad de dióxido de carbono era decenas de veces mayor a la actual, no
existía capa de ozono y los rayos UV incidían sobre el planeta tan intensamente
que ningún organismo vivo sería capaz de sobrevivir.

Durante aproximadamente 1000 millones de años, las algas produjeron el oxígeno
necesario para dar el siguiente paso, el oxígeno se acumulaba poco a poco en la
atmósfera dando lugar a la capa de ozono. Las algas se adaptaron primero al agua
dulce en ríos y esteros, y desde esos puntos comenzaron a emerger hacia el medio
terrestre, en un mundo que ofrecía unas condiciones prácticamente inabitables.

A tener muy en cuenta
Hace aproximadamente 500 millones de años, la vida en la tierra era muy
diferente, las algas tuvieron que desarrollar órganos muy complejos para
adaptarse a los grandes cambios a los que su nuevo hábitat les condicionaba,
órganos como raíces para fijarse al suelo y absorber agua y nutrientes, estomas
para regular los gases y realizar la fotosíntesis bajo las nuevas condiciones,
lo que dio lugar a un incremento más rápido de la cantidad de oxígeno en la
atmósfera.
Posteriormente desarrollaron el complejo sistema de reproducción por esporas, lo
que dio comienzo a una dispersión mucho mayor, sin precedentes. Las primeras
plantas terrestres fruto de esta evolución eran briofitas, es decir, plantas no
vasculares, entre las que se encuentran las plantas hepáticas (sin raíces ni
estomas) y los musgos, que aún siguen entre nosotros hoy en día y todavía
muestran una gran dependencia por un medio muy húmedo.
El siguiente gran avance en la evolución fue la aparición de vasos conductores,
plantas vasculares como los licopodios, capaces de levantarse del suelo, que
posteriormente evolucionaron hasta desarrollar hojas verdaderas, aparecen los
helechos. Es en este punto en el cual las especies vegetales ya poseen similitud
con la mayoría de plantas que conocemos hoy en día, con hojas y la capacidad de
levantarse del suelo algo más que unos escasos centímetros. |
El sueño de comunicarnos con las plantas no está tan alejado como
parece. Un equipo de científicos de la Universidad de Cornell,
Estados Unidos, acaba de publicar una investigación sobre cómo las
plantas transmiten información sobre el entorno a través de sus
conductos internos. Este es un sólido paso para establecer el marco
de una comunicación bidireccional entre los seres humanos y las
plantas a través de sistemas capaces de interpretar sus procesos
únicos.
Los organismos vegetales son altamente sensibles y complejos, pero,
hasta ahora, no se había establecido con precisión cómo es que
dentro de ellas viaja la información que perciben. Anteriormente se
llegó a considerar que las plantas transmitían información a través
de hormonas y sustancias químicas. La explicación era válida, pero
no contestaba a todas las dudas.

En la actualidad, la teoría con más evidencia sugiere que esta
transmisión ocurre a través de procesos hidromecánicos, los cuales
involucran el flujo de agua y la transmisión de tensiones y
deformaciones mecánicas. El equipo de Cornell decidió investigar los
cambios de presión en el tejido vascular de una planta. Para ello,
realizaron experimentos en los que hirieron algunas hojas y
observaron cómo el organismo preparaba al resto de su estructura
para un próximo ataque. Su trabajo, publicado en la revista PNAS,
encontró que factores estresantes en el entorno alteran el
equilibrio de presión dentro de la planta, lo que a su vez, genera
un movimiento en su fluido capaz de transportar señales mecánicas y
químicas por todo lados.
Los experimentos con las hojas heridas permitieron desarrollar un
modelo predictivo y un marco unificado para saber cómo una planta
“habla” consigo misma y solicita a otras partes de su cuerpo
determinadas respuestas según la amenaza que enfrenta, como una
plaga o una sequía.
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"Nuestro
marco proporciona una comprensión mecanicista de lo que impulsa las
señales de un lugar a otro y explica cómo se propagan las señales
mecánicas y químicas”, aseguró Vesna Bacheva, autora principal de la
investigación.

Con el mecanismo de la transmisión de información, ahora es posible
avanzar en el desarrollo de futuro métodos de comunicación entre
plantas y seres humanos. Por ejemplo, los investigadores piensan en
diseñar plantas pigmentadas que cambien de color cuando necesiten
agua o que se vuelvan fosforescentes ante adversidades que los
agrónomos aún no han detectado. Saber interpretar las señales
internas de los organismos vegetales, así como transmitirles
información en la forma en que ellos la procesan (mediante
variaciones de presión), será clave para aumentar la eficacia de los
cultivos, señalan los científicos.
La intrigante facultad de las plantas para transmitir información es
estudiada en todo el mundo. Algunos científicos incluso consideran
que organismos como la vara de oro alta (Solidago altissima)
presentan rasgos de “inteligencia”, aunque no tengan cerebro, debido
a que puede alertar a sus compañeras sobre la llegada de plagas
mediante compuestos orgánicos volátiles.
El origen de las plantas
Las plantas evolucionaron a partir de algas verdes, colonizando la
tierra hace aproximadamente 470 millones de años. Este proceso se
desarrolló a través de adaptaciones a la vida terrestre, como la
evolución de raíces para fijarse en el suelo y órganos para regular
los gases, como las estomas, para la fotosíntesis. Las plantas se
consideran un grupo diverso de organismos multicelulares, eucariotas
y autótrofos, que
desempeñan un papel crucial en la vida de la Tierra.
La vida
en nuestro planeta comenzó en el agua, recurso del cual dependemos todos los
seres vivos desde entonces; hace más de 1500 millones de años, en los océanos,
aparecen las primeras células vegetales, las primeras algas unicelulares, |